“Es hora de pasar a una nueva etapa más social del quinquenio”

Iuna reforma de las pensiones, al menos la proporción de la edad de jubilación a 64 años, es rechazada masivamente por los franceses. Lo encuentran injusto y no quieren trabajar más tiempo. Necesario para asegurar el financiamiento de nuestros planes de jubilación y para aumentar la tasa de empleo de los adultos mayores, esto empaña la imagen del gobierno y contribuye al clima sombrío que conocemos.

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Es hora de pasar a una nueva etapa del quinquenio, a una etapa más social.

En primer lugar, es necesario apoyar a las personas mayores que tendrán que trabajar más tiempo. Hay que cambiar las mentalidades, en particular las de los empresarios: no se es viejo pasados ​​los 60 años. Por lo tanto, la formación profesional continua debe beneficiar masivamente a las personas mayores. Se debe poner énfasis en el fortalecimiento de la formación profesional al servicio de las transiciones profesionales, en particular para la última parte de la carrera, mediante el fortalecimiento de políticas adecuadas de recursos humanos. Por lo tanto, la entrevista de mitad de carrera a los 45 años podría renovarse a los 55 años. Todo ello forma parte de una reafirmación del diálogo social, tanto a nivel de empresas como de ramas profesionales. Hagamos por las personas mayores lo que los gobiernos de Emmanuel Macron han logrado hacer por los jóvenes con la reforma del aprendizaje.

Un verdadero ingreso juvenil

Pero hay que ir más allá, devolver la esperanza al país. Esto requiere esfuerzos significativos para los jóvenes. Después del plan 1 joven, 1 solución y la reforma del aprendizaje, adoptemos un pacto de jóvenes que promueva la integración de los jóvenes en el mundo laboral y les ayude a mantener su nivel de vida. Este pacto debe incluir una reforma de la escuela secundaria profesional, ya realizada pero que debe continuar, un sistema de becas más efectivo y una verdadera renta juvenil, al estilo danés, que va más allá del contrato de trabajo juvenil.

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Este pacto debe incluir también una verdadera reforma de la escuela. La escuela está demasiado ausente de nuestros debates. Ya no debemos ser una de las escuelas con peor rendimiento y más igualitarias de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, como dice el ranking del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes. No debemos detenernos en la duplicidad de clases de CP y CE1, ni en el retorno de la enseñanza de las matemáticas, dos medidas fundamentales que deben complementarse: solo debemos asignar a las áreas prioritarias docentes con al menos dos años de antigüedad, haciendo uso extensivo del reclutamiento basado en posiciones de perfil; usar en bucle, es decir el seguimiento de los alumnos por el mismo profesor desde CP hasta CE2; adoptar un plan de entrenamiento mayor para el cálculo mental y la resolución de problemas; crear redes de asesores pedagógicos en matemáticas en las escuelas…

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