esos cincuentones que no se imaginan trabajando hasta los 64

El hacha cayó y el horizonte retrocedió. El proyecto de ley de reforma de las pensiones, presentado el martes 10 de enero por la Primera Ministra, Elisabeth Borne, prevé en particular el informe progresivo de la edad legal de jubilación a partir del 1oh Septiembre: se fijará en 63 años y tres meses en 2027, luego en 64 años en 2030, en lugar de los 62 años actuales.

Esta medida irá acompañada de una aceleración de la ampliación del período de cotización prevista por la ley de Touraine de 2014. Así, será necesario haber trabajado cuarenta y tres años desde la generación nacida en 1965, y ya no en 1973, para tener derecho a una pensión completa.

El ejecutivo, que a sus 65 años se planteaba un informe para su reforma emblemática, diluyó así su vino. Pero, para la mayoría de los aproximadamente 130 años cincuenta que respondieron a la convocatoria de testimonios de los Mundo, es la ducha fría. La vida posterior a la que empezaron a preparar –la casa junto al mar lejos de París, las tardes con los nietos, el taller de maquetas, el club de lectura, los planes de viaje…– tendrá que esperar un poco más.

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“En términos concretos, para mí, eso significa nueve meses de trabajo adicional, así que un año escolar extra”resume Catherine Lenoir, de 60 años, profesora en una escuela secundaria profesional en Sevran (Seine-Saint-Denis), que se hace llamar “disgustado” y “completamente sacudido”. Catedrática de prevención de la salud ambiental, tuvo que cesar a los 62 años. Será finalmente a los 63 años. “Moralmente, aprender que a dos años de la jubilación es duro”, ella suspira. Como todos los entrevistados, Catherine Lenoir encuentra “injusto” el hecho de “cambiando las reglas de la carrera a pocos kilómetros de la meta”.

“Patada de bambú”

Otros mencionan “un golpe violento de bambú”, “una decisión insoportable”o el cruce de“una línea roja” quien los conocio “enfadado”. Para muchos, la razón por la que la píldora es tan difícil de tragar es porque viene con la sensación de que les han robado uno o dos años preciosos de estar lo suficientemente en forma para disfrutar de la vida.

“Ciertamente, la esperanza de vida está aumentando. Pero, contrariamente a lo que afirma el gobierno, no vivimos más tiempo con mejor salud. Subir la edad de jubilación, si es para ir del trabajo al geriátrico, no es”, afirma Caroline Alarcon, de 58 años, empleada bancaria en Ile-de-France. 1950, los franceses ganaron en realidad unos quince años de esperanza de vida (un aumento que oculta desigualdades de género y desigualdades entre categorías socioprofesionales). Pero vivir más no significa vivir mejor: el 23% de los franceses sufrieron una limitación física durante su primer año de jubilación en 2018, según el Ministerio de Salud. Los más afectados son los trabajadores: el 34% se ve constreñido en las actividades de la vida diaria desde el primer día de su jubilación.

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