Gérald Darmanin debe aprender las lecciones del caos en el Stade de France

miEn estos momentos en que las palabras de los políticos suelen ser vistas con recelo, el hecho de que acepten sus errores y aprendan de ellos parece, más que nunca, una exigencia democrática de primera importancia. El silencio observado por la ministra del Interior tras la publicación, el martes 14 de febrero, de las demoledoras conclusiones del informe encargado por la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) sobre el caos de la final de la Champions League el 28 de mayo de 2022, en el Stade de France, en Saint-Denis (Seine-Saint-Denis), es, como tal, preocupante.

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Al montar una producción masiva de billetes falsos de los que no queda rastro, “los ministros, la Prefectura de Policía, la UEFA y la FFF [Fédération française de football] actuó irresponsablemente” con el fin de “exento de responsabilidad por fallas”, entregar el documento. El relato del calvario vivido por miles de hinchas británicos y españoles, reconstituido por el grupo independiente de abogados, académicos y representantes de las asociaciones de hinchas reunidos por la UEFA, es terrible: estos espectadores, pacíficos, simplemente viniendo a ver un gran partido, fueron amenazados reiteradamente con atropellarlos, agredidos por bandas de delincuentes y rociados con gas por la policía.

Cada vez, el dispositivo puesto por la policía es cuestionado: filtrado en un carril estrecho que aumenta el riesgo de pisoteo, ausencia de policías durante los múltiples ataques alrededor del estadio, cierre de las puertas, que lleva a los aficionados atrapados, desproporcionado uso de gas pimienta y “potencialmente letal”. Todos estos disparates se basan en un análisis erróneo del contexto: a la negación de la violencia sistemática cometida por bandas de delincuentes contra los simpatizantes extranjeros se sumó la fantasía de un “ amenaza hooligan” reforzado como riesgo primario.

Ausencia de sanción injustificada

Muerte “fracasos que casi llevan al desastre”, el entonces prefecto de policía, Didier Lallement, y el ministro del Interior, Gérald Darmanin, no son los únicos responsables. uefa, “Como propietario del evento, [en] tiene la responsabilidad principal”concluyó el informe, que también insiste en la preparación acelerada de la final prevista inicialmente en San Petersburgo y trasladada a Saint-Denis tras la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022.

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Pero la ausencia de sanción contra un prefecto de policía que no había tenido en cuenta en modo alguno las proféticas críticas de la Federación de Partidarios Europeos a sus medidas de seguridad y dejó su cargo dos meses después del fiasco, con “el orgullo del logro”, es injustificable. Así como el silencio ensordecedor del Sr. Darmanin, quien nunca explicó sus mentiras sobre la fabricación “masivo e industrial” entradas falsificadas y no encontré nada que decir sobre el informe de la UEFA.

Con la proximidad de la Copa del Mundo de Rugby, organizada por Francia a finales de año, y los Juegos Olímpicos de 2024 en París, es urgente revisar la gestión de la vigilancia de los grandes eventos deportivos. El cambio del “método Lallement” observado en las manifestaciones contra la reforma de las pensiones demuestra que esto es posible. Corresponde al Ministro del Interior sacar públicamente lecciones del caos de Saint-Denis, que adjuntó la imagen del país, y explicar su método, para que tales hechos no vuelvan a ocurrir.

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