“La dirección actual tiende a formar a los empleados para que sean individuos sin anclas, sin pasado, que se puedan mover como quieran”

Desde el final de la pandemia, ha habido una tendencia creciente de las empresas a llenar a sus empleados en lugares atípicos. Entre ellos, los apartamentos privados son cada vez más populares. Aurélie Jeantet, socióloga, autora de emociones en el trabajo (CNRS, 2018), analiza esta locura por las reuniones en casas de familia.

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¿Cómo explicar que las empresas prefieran reunirse en apartamentos antes que en las tradicionales oficinas?

Esto es parte de lo que se llama “la comedia del trabajo”. Los empleados se instalan en un escenario, como extras en una película. Se encontraron en un escenario irreal, que no es ni su hogar ni un lugar definido de trabajo. En una oficina a la que vamos a diario, creamos puntos de referencia, estamos en un escenario que cuenta una historia. Al ir a trabajar con personas que no conoces, al cambiar constantemente de lugar, el trabajo se vuelve poco realista.

Algunas plataformas incluso tienen que establecer alianzas con marcas de muebles o electrodomésticos. ¿Qué te inspiran estas sinergias?

Estas marcas corresponden a los estándares de belleza, de buen gusto, de las clases altas urbanas. Es una manera de hacer soñar al empleado, de hacerle colgar el éxito social que le espera si satisface su jerarquía. Más que llevarlo a un hotel, espacio que remite a una escapada fuera de casa, lo transportamos por el contrario a un universo doméstico fantaseado, como si quisiéramos moldear tanto su vida profesional como su vida privada.

¿Es esta dimensión irreal parte de una estrategia de gestión?

Sí bastante. La gerencia actual tiende a capacitar a los empleados para convertirlos en individuos sin raíces, sin pasado, que puedan moverse a su antojo. Todos los estudios sobre la “oficina flexible” (el hecho de no tener una oficina fija en la empresa) han demostrado que la inestabilidad es perjudicial para el bienestar en el trabajo. También impide la construcción de una verdadera cultura empresarial, el establecimiento de la solidaridad. Aunque la rutina pueda parecer aburrida, también ayuda a trabajar y vincularse con los demás.

Sin embargo, se supone que las actividades recreativas complementan el vínculo entre los empleados. Este es el concepto de “team building”, muy popular en las empresas…

Esta práctica plantea la cuestión tan pronto como se vuelve obligatoria. ¿Los empleados tienen la opción de hacer un juego de escape o trabajar junto a la piscina? Puede estar extremadamente mal visto rechazarlo. Al instalarlos en ambientes agradables, les estamos dando un regalo que no pidieron. Es la lógica del “porque tú lo vales”. O, como sabemos, todo regalo conlleva una obligación para con quien te lo da. En un soberbio loft con vistas a todo París, estaría fuera de lugar estar de mal humor o mostrar su disgusto, como se haría en la oficina. Esta decoración artificial, supuestamente cálida y acogedora, contribuye a la normalización emocional del comportamiento. Es el como si la gestión, la gestión del “como si”. Actuamos como si todo estuviera bien, como si fuéramos un grupo de amigos comiendo… No nos queda más remedio que estar de buen humor y llevar el sonrisa, que es la expresión prescrita en los negocios.

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