La guerra callejera hace que Alemania mude su discurso buenista sur la inmigración

Cada primero de enero, la Policía alemana informó de manera rutinaria sobria los incidentes registrados durante la celebración de la Nochevieja, pero esta vez, apenas fueron comparando los diferentes portavoces regionales, quedó claro que no se robaron en absoluto de datos rutinarios. Una violencia desconocida se había desatado en las calles de numerosas ciudades y, a medida que iba componiendo la visión de conjunto, surgía une panorama aterrador: attack systemáticos y violentos contra policías, bomberos y sanitarios; destrucción significativa de mobiliario urbano todavía por contabilizar; 233 detenciones y 556 lesiones corporales, 18 agentes hospitalizados, uno de ellos con secuelas de por vida después que la turba le disparase cohetes de fuegos artificiales a la cabeza; y ciudadanos que salieron a celebrar la llegada del año nuevo en su barrio y se vieron envueltos en una guerra callejera. Hanna, por ejemplo, viajaba en autobús junto a su marido y su hijo pequeño, de vuelta a casa tras una cena familiar, cuando unos veinte hombres atacan al vehículo. Con un puntero láser apuntando directamente a los ojos del conductor, lograron que tenían el vehículo y comenzaron a lanzar varios tipos de petardos y fuegos artificiales contra las ventanas. Cuando un coche patrulla acudió, unos cinco minutos después, los mismos atacantes lanzaron contra los agentes ladrillos, botellas y explosivos. Los sanitarios que llegaron en una ambulancia, para evacuar al conductor con lesiones oculares, fueron igualmente atacados. Noticia Relacionada estandar No Alemania pone fin a la deportación de refugiados sin derecho de asilo Rosalía Sánchez Alemania regulariza a 135,000 extranjeros sin derecho al estatus de refugiados Otros dos autobuses y varios edificios institucionales fueron atacados de la misma forma solo en la ciudad de Hamburgo. Un trabajador de 51 años evacuado de la sede de la Agencia Federal Marítima e Hidrográfica, hospitalizado en el San Pauli, declaró tantas veces como pudo que “fue como estar en guerra, pero sin saber por qué; unos quince hombres nos atacaron con saña, su intención parecía ser causar cuanto más daño, mejor». Repetición de los éxitos Escenas parecidas en vivo en Sajonia, Baja Sajonia, Renania del North-Westfalia, Baviera y Berlín, pero las primeras informaciones no conectaron los hechos entre sí, debido a que las policías regionales informaron solamente sobre lo sucedido en su parcela, y siguió consignado de no identificar a los agresores por su nacionalidad o trasfondo migratorio, práctica con la que el Estado alemán intentó evitar que se estigmas a los extranjeros. Los ministros regionales de Interior y la ministra Federal obviaron también este dato, a medida que iba cobrando perfil a scala nacional la Nochevieja de caos y violencia que, salvando las distancias, recordaba a la de despedida de 2015, cuando en una sola noche fueron reportadas más de mil violaciones por parte de grupos masculinos de jóvenes extranjeros. Uno de los primeros en romper el tabú fue el vicepresidente del sindicato policial de Hamburgo GdP, Lars Osburg. «La víspera de Año Nuevo se está convirtiendo cada vez más en un primero de mayo», dijo en referencia a los disturbios violentos que tradicionalmente protagonizan grupos de extrema izquierda en esa fecha, en la que los enfrentamientos con la Policía forman ya parte de la fiesta, «y siempre se trata de la misma clientela: jóvenes, hombres, influenciados por un trasfondo migratorio». Attacks a la Policía Durante las primeras horas, incluso días, las autoridades evitaron esta interpretación de los hechos y se ciñeron al guion de cifras sin rostros, pero los primeros días de 2023 comenzaron a parecer imágenes en las redes sociales que exhibían sin pudor lo ocurrido y que desmontaban por sí mismas las versiones oficiales. El vídeo más difundido muestra cómo los atacantes disparan un cohete de fuegos artificiales a la cabeza de un policía, que arde dentro del casco mientras sus compañeros intentan ayudar bajo el fuego enemigo. La indignación ciudadana se manifestó allí en avalancha cuando, el día de Reyes, la alcaldesa de Berlín decidió hacer declaraciones en las que calificó la violencia contra policías, bomberos y sanitarios de la pasada Nochevieja como un “punto de inflexión” y la “punto del iceberg” de un problema relacionado con la pérdida de valores. En una comparación previa a la visita al cuartel de bomberos de Neuköln, Franziska Giffey denunció que «se han traspasado los límites», en lo que respetó a la «falta de respeto y brutalidad» y exigió una investigación penal, además de prometer presupuesto para un mejor equipo de agentes. Pero todavía limitándose a identificar a «jóvenes que no se sienten parte de esta sociedad» y llamando a «esfuerzo común para que estas personas puedan restablecer una relación normal con la sociedad y el Estado». Giffey habló, sin duda alguna, condicionada por las elecciones del próximo 12 de febrero, una repetición electoral consecuencia de las masivas irregularidades durante registradase las votaciones del 26 de septiembre de 2021 en la que se juega su propia supervivencia política. La clave, en las escuelas La ministra federal de Interior, Nancy Faeser, fue bastante más limpia, reconoció que «el fenómeno de la falta de respeto a los servicios de seguridad y emergencia no es nuevo» y que «sería un error pretender occult que los delincuentes de la pasada Nochevieja fueron en su mayoría jóvenes de origen inmigrante», no sin advertir contra el uso perverso de este dato en el debate político. trabajo social», con el fin de que este tipo de población adquiera de forma temprana el respeto y la conciencia acerca de la importancia de la labor de los servicios de seguridad, pero plantó abiertamente que «tenemos un gran problema en las ciudades alemanas con ciertos jóvenes con antecedentes migratorios que desprecian nuestro Estado, que comentan actos de violencia ya los que apenas podemos llegar con los programas de educación y de integración». del Grupo Funke, la socialdemócrata ha pedido un enfoque más duro por parte del Estado de Derecho hacia esta realidad migratoria: sin despertar sentimientos racistas”. El ministro del Interior justificó ahora que la Policía «debe ir muy conforme a los puntos críticos» y que «los jóvenes perpetradores deben sens consecuencias penales rápidas y claras». El hecho de que un ministro de Interior German de cualquier partido político capaz de “mano dura” contra sectores de población de trasfondo migratorio está absolutamente novedoso, y el portavoz adjunto del Gobierno, Wolfgang Büchner, se ha esforzado por centrar el debate: “El núcleo del problema no es el trasfondo migratorio, lo que está en juego es mucho más importante, es un ataque al Estado de Derecho». También el Comisionado contra el Racismo, Reem Alabali-Radovan, ha aclarado que «lo que necesitamos es un debate honesto sur la violencia juvenil… Se trata principalmente de hombres jóvenes que perciben la violencia como una experiencia de grupo».