«La protección de los funcionarios electos locales solo tiene sentido si el gobierno realmente confía en ellos»

Iuna emisión reciente de Yannick Morez, alcalde de Saint-Brevin-les-Pins (Loire-Atlantique), tras las amenazas de muerte y el incendio de su casa, está lejos de ser un caso aislado. Las cifras son abrumadoras: entre 2021 y 2022, las incivilidades y ataques a cargos electos saltaron de 1.720 a 2.265 (alrededor del 32%, según el Ministerio del Interior). las últimas elecciones municipales Desde 2020, al menos 4.000 funcionarios electos, incluidos 1.293 alcaldes, han dimitido de sus cargos, según la Asociación de Alcaldes de Francia.

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Este es el síntoma extremo del malestar, aún en gran medida tabú, que reina entre los funcionarios electos locales y de la profunda desintegración del vínculo de confianza con los ciudadanos. Intimidación, ciberacoso, violencia: tantos actos que se han vuelto frecuentes, contra funcionarios electos o su entorno, para disuadirlos de ejercer su mandato, aplicar la ley o realizar acciones solidarias como en Saint-Brévin-Pines.

Triste realidad de una democracia enferma que acepta que sus primeros representantes se traduzcan en la salida de sus males; de una República que se niega a ver que, al olvidarse de quienes la hacen vivir a diario, se daña a sí misma y se olvida de sí misma.

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Los cargos electos locales están atrapados en un vicio: por un lado, las incesantes y contradictorias medidas cautelares del Estado, los recortes presupuestarios sin compensación, la pérdida de la autonomía financiera y la libre administración de las comunidades, la inflación normativa, las mil hojas administrativas, que dificultan los proyectos más que desbloquearlos. su potencial; por otro, ciudadanos enfrentados a una vida cotidiana cada vez más difícil, en una sociedad amenazada por las desigualdades sociales y la precariedad creciente, el calentamiento global y la guerra incluso en Europa.

apaciguamiento democrático

La ingratitud del ejercicio de las responsabilidades, que no es recompensado ni recompensado en el justo valor del compromiso, desemboca finalmente en el sentimiento de impotencia, abandono y desánimo.

Y no son las consultas, artificiales y verticales, de acuerdo con la cúpula del Estado las que les tranquilizan. En realidad, desde hace seis años, y aunque cortejados regularmente, los funcionarios electos locales se sienten muy solos. En 2018, ¿a quién recurrió Emmanuel Macron para intentar responder a la exasperación denunciada por los ‘chalecos amarillos’? ¡Funcionarios electos locales! En 2020, ¿a quién recurrió para encontrar soluciones concretas a la pandemia? ¡Funcionarios electos locales! ¿A quién recurre hoy para tratar de que la gente olvide la calamitosa secuencia de retiros y devuelva algo de aire a su mandato de cinco años? ¡Funcionarios electos locales! Muchos discursos del Presidente de la República elogian a los alcaldes, los territorios y sus funcionarios electos. Pero no hay amor, sólo hay pruebas de amor.

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