Los senadores reavivan la pelea entre los distribuidores y sus proveedores
« El Senado dispuesto a desbaratar la ley EGalim: una provocación inaceptable para la FNSEA », la nota de prensa, publicada el martes 7 de febrero por el principal gremio agrícola, dio la voz de alarma. Sin embargo, al día siguiente, la movilización organizada en París por la FNSEA, con su impresionante armada de tractores, no mencionó el tema. Incluso si los senadores y los diputados hubieran llegado a engrosar las filas de los agricultores de cereales que se manifestaban en la Esplanade des Invalides, deseosos de apoyarlos. El tema de la jornada fue la defensa del uso de fitosanitarios en general y de los neonicotinoides en particular.
Al mismo tiempo, el Comité de Asuntos Económicos del Senado estaba considerando un proyecto de ley sobre «el suministro de productos de consumo a los franceses». Un texto llevado por el diputado (Renacimiento) de Val-de-Marne, Frédéric Descrozaille y adoptado por la Asamblea Nacional el 18 de enero en un clima más que tormentoso. Difícil articular un texto de ley que logre conciliar intereses tan distantes como los de los distribuidores y sus proveedores. Sobre todo porque también determina la remuneración de los agricultores.
Un «golpe de gracia a nuestro sector»
La comisión del Senado negoció un giro de 180 grados en este proyecto de ley, que es objeto de un intenso cabildeo por parte de las partes interesadas. En su versión inicial prorrogaba hasta 2026 lo dispuesto en la ley EGalim 1 en materia de promociones y umbral de reventa a pérdida. Adoptado en octubre de 2018, este sistema, que expiró en abril de 2023, regula las reducciones en los productos alimenticios en los supermercados y aumenta el umbral de reventa a pérdida en un 10% (SRP + 10), por debajo de desactivado un distribuidor no puede revender un producto. O, por el contrario, se presente una modificación para suspender este dispositivo de aumento del umbral de venta a pérdida durante dos años.
“Denunciamos esta iniciativa que corre el riesgo de tener efectos dramáticos para todo el sector: algunos distribuidores solo esperan esta señal para relanzar una guerra de precios que afecta a todos los productos alimenticios”, reacciona la FNSEA, que subraya que esta medida no es responsable de la inflación alimentaria que sufre actualmente el consumidor. Un desentrañamiento de la ley EGalim 1 que preocupa al gremio agrario, asegurando que sería un «golpe de gracia a nuestro sector y al trabajo de todos los agricultores». Pero que saludan los distribuidores, como Michel-Edouard Leclerc, presidente del comité estratégico de los centros E.Leclerc, para quien esta disposición «tomado en nombre de la segunda vuelta, que ya no tenía sentido en tiempos de deflación y que no ha sido corroborado por ningún análisis»se justifica aún menos en tiempos de inflación con la “mantenimiento de un margen mínimo del 10%”.
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