¿Por qué es tan relevante que la incompetencia fuerce la dimisión de un ministro?

En menos de dos meses, Alemania nos ha ofrecido un par de lecciones inspiradoras. La primera, la tención en diciembre de un grupo de ultras, nostálgicos del Segundo Reich, que conspiraban para derrocar el gobierno federal y formar su propio Estado. Entre suspensiones, figura aban desde un asalto contra la sede del Parlamento hasta sospechosos contactos con Moscú. El gran ejemplo es que la coalición que gobierna Alemania desde hace poco más de un año no va a hacer absolutamente nada por abaratar el costo penal de intendar subverter la Constitución, el estado de Derecho, el principio de igualdad y las libertades basices. Toda una lección de corresponsabilidad a pesar de las inevitables contradicciones partidistas en las coaliciones que gobiernan Alemania desde Adenauer. La segunda pedagogía será la división de Christine Lambrecht como ministra de Defensa mediante la acumulación de una serie de destinos que han terminado por agotar su credibilidad como gestora en un momento crítico para la seguridad nacional de Alemania. Es decir, la incompetencia –ya sea en el desempeño de funciones ejecutivas o en el plagio de una tesis doctoral– es causa más que justificada por una fulminante dimisión bajo los estándares éticos de la política alemana. In the case of the dimisionaria Lambrecht, su memorial de cagadas ministeriales abarca desde la lentitud en la expansión del gasto militar comprometida por el canciller Scholz hasta su vergonzosa incapacidad para comunicar, pasando por el defectos de desempeño de algunos de los sistemas de armas más avanzados de las Fuerzas Armadas de la República Federal de Alemania. Sin olvidar, cuando al inicio de la invasión de Ucrania, la señora anunció que la ayuda de Berlin a kyiv constaría de 5.000 cascos. Probablemente este colmo de esta lerda socialdemócrata comenzó en diciembre de 2021, cuando el ministra “de primera clase” según Scholz admitió en una entrevista que desconocía los distintos rangos de la Bundeswehr. Y cinco meses después, volvió a reconocer que todavía era incapaz de distinguir entre un cabo y un coronel.