Romain Cannone, el hombre de oro de la esgrima francesa

Duelista y trotamundos, Romain Cannone depuso sus espadas en el otoño de 2022 en el Bois de Vincennes en el Instituto Nacional de Deportes (Insep). En la sala de esgrima que parecía un gimnasio, el campeón olímpico de Tokio practicaba sus escalas una y otra vez.

En el enésimo ensayo, su agarre de hierro es menos franco, la punta de su maestro de esgrima lo toca en la rodilla. Un pequeño derramamiento de sangre. ” No es nada ! » : tres palabras para tranquilizar a Hugues Obry, entrenador y también medallista de oro en los Juegos de Atenas 2004. ” No es nada “, repite Romain Cannone que está en guardia. No hay tiempo que perder en un rasguño. Los Juegos Olímpicos de París son casi mañana.

Fue a las 24 que el oriundo de Boulogne-Billancourt (Hauts-de-Seine) sorprendió al planeta. El 23 de julio de 2021 comienzan los Juegos de Tokio 2020 entre dos olas epidémicas de Covid-19. Francia aspira a un primer título y cuenta, como cada cuatro años, con que sus esgrimistas resuenen La Marsellesa. Simple suplente en el cuarteto del equipo de espada, Romain es la invitación de última hora tras la retirada de Daniel Jérent, miembro del equipo francés ganador de la medalla de oro en los Juegos de Río en 2016.

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con un 47mi lugar en el ranking mundial, el Boulonnais es un extraño, sus oponentes saben poco, nadie lo espera. Poco importa : “Me digo a mí mismo: “¡disfruta tu momento y diviértete!” » Derrota a todos los favoritos uno a uno con un garbo y una agilidad desconcertantes. Ofrece su primera medalla de oro a la selección de Francia. Un día, él la “kiffee” por completo.

Una infancia brasileña

Divertirse no se puede improvisar. Es un trabajo y un estilo de vida que Romain Cannone adoptó de niño. Tenía 3 años cuando a su padre le ofrecieron una oportunidad profesional en una destilería de ron brasileña. La familia dejó las orillas del Sena por las del Atlántico, hacia Recife. Su primer idioma será el portugués, su jardín de infancia, la playa. “Crecí en la arena con otros niños de todos los ámbitos de la vida, pasábamos el tiempo corriendo, nadando, jugando al fútbol…” Un sueño que llegará a su fin cuando, cuando tenga 6 años, la familia regrese a los suburbios parisinos para su primera vuelta al colegio.

“No pude acostumbrarme a la rigidez del sistema educativo francés”

La escuela francesa es clases a puerta cerrada, normas que respetar, campanas que marcan los días… Otro planeta. Las horas pasivas, apoyado en una silla, pasan lentamente, se acabó el tiempo de las chancletas y los pies descalzos sobre la arena..

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