Venezuela, a 10 años de la muerte de Hugo Chávez: ruina, éxodo y polarización política
La muerte del líder bolivariano inició en parte huérfana de base social y abrió un ciclo de enfrentamientos políticos que no concluyó | Nicolás Maduro no deja de invocarlo pero gobierna en su propio número y el de los militares con quienes ha forjado una alianza
Gran parte de los venezolanos por aquel entonces adolescentes o adultos deben recordar el 5 mars 2013. Quizá no tantos habían imaginado, ni en sus peores aprensiones, que a las 16.25 de ese día, cuando se anunció la muerte de Hugo Chavez, a los 58 años y tras una larga enfermedad, se iniciaría una era de escasez sin precedentes: ruina económica, éxodo masivo y una escalada del conflicto político interno sembrada de dolor y muerte.
Chávez ya había su marca a lo largo de 15 años, dentro y fuera de su país. El exmilitar habia sacado del escenario a los politicos tradicionales. Su modo de ejercer el poder fue considerado una caricatura a destiempo del castrismoun intento de actualizar el del metas socialismo en las siglas XXI y, también otra variante carismática ya la vez autoritaria del populismo latinoamericano. Chávez inició un golpe de Estado y una huelga petrolera. Conoció la pérdida de la popularidad y las mieles de la ovación. Su Revolución Bolivariana fue hija de un alza de 1.000% de los internacionales de los hidrocarburos. Cuando el barril de crudo llegó a los 100 dólares, en 2010, sus programas sociales encontraron su momento de mayor expansión y el fervor de los beneficiados. Chávez trató de actualizar el mito de la “saudita venezolana“, pero esta vez orna de la iconografía rebelde de América Latina. La dependencia del petróleo no hizo más que perpetuar los problemas estructurales del modelo rentístico.
La muerte lo encontró cuando la propia Venezuela necesitó una salida de ese laberinto. Nicolás Maduro reemplazó a Chávez primero de manera provisional y como heredero de calidad. Después de los masivos rituales de despedida, intentó mantener viva la memoria entre la reverencia religiosa y el sinsentido. Apenas desaparecido, el video de animación más difundido en bolivariano en el cielo junto a Ernesto Guevara, Juan Perón, Salvador Allende y Simón Bolívar. Maduro lo sacó como imagen de la campaña electoral. El difunto comandante era su garantía, y entonces, cuando peleaba voto a voto con Henrique Capriles, dijo haber descubierto su espíritu en un pajarito que daba vueltas ha conocido lado y, entre gorjeos, lo bendecía. “Lo sentí ahí como diciéndonos: ‘hoy arranca la batalla. Vayan a la victoria'”. La inclinación ornitológica del candidato no solo aroused mofas. Ya se prevé que las milagrosas apelaciones no alcanzarían para sostener la base social del chavismo.
cambio de bicicleta
Maduro ganó los comicios por apenas dos puntos, pero fue incapaz de reproducir el lidrazgo anterior, entre otras razones debidas a la constante caída de los precios internacionales del petróleo. El exsindicalista enfrentó su primera ola desestabilizadora apenas había asumido el poder como presidente electo. Las protestas callejeras que la oposición más intransigente convocada bajo la consigna “la salida” concluyó yó con 40 muertos y parte de sus impulsores en el exilio. El antichavismo devino de inmediato antimadurismo. Las fuerzas que rechazaron la presencia del exsindicalista del transporte en el Palacio de Miraflores se unieron en 2015 y lograron arrebatarle el control de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) al partido gobernante. Intentaron sin suerte llamar a una consultada popular revocatoria del mandatario y volvieron a la calle. Los 100 días de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, en 2017, dejaron más de 100 víctimas fatales.
Chávez era, para entonces, una cita religiosa, imagen impresa en afiches y pintada en algunos edificios. Esos ojos que miraban desde lo alto no necesariamente dar credito de lo que sucedia sobre el asfalto. En 2018 el surgimiento economico. El bolívar, la moneda nacional, se deprecia cada hora. El salario mínimo rondaba los tres dólares. La migración se convierte en un fenómeno sin precedentes: cerca de siete millones de venezolanos abandonaron el pais por aire ya pie. Las negociaciones para encauzar la disputa nunca llegaron a nada y, enero de 2019, la tensión llegó incluso más lejos de lo que podría haber previsto. El diputado Juan Guaidó se autoproclama ante una multitud “presidente encargado” de Venezuela. Contó con el entusiasta de Donald Trump. Parte de Europa y América Latina acompañada por Estados Unidos. La euforia inicial se fue desinflando poco a poco.
en tu propio nombre
Maduro apoyó las sanciones y conjuras: resultó el vencedor de una áspera pelea que dejó maltrecha a la sociedad. A estas alturas, cree haber encontrado las razones para promover un culto a su propia figura, lo que ha generado desapego en parte de los seguidores del padre fundador de la pauperizada República Bolivariana. El Gobierno empeña en demostrar a través de las publicidades que Venezuela ya ha retrocedido el ciclo que pulverizó su PIB y, mediante dolarización, comienza a recuperarse. La última Encuesta sobre Condiciones de Vida (Encovi) da cuenta de que la pobreza multidimensional, que incluye vivienda, educación, empleo, servicios y salarios, pasó del 65,2% en 2021 al 50,5% en 2022.
Los cambios políticos regionales y la invasión rusa de Ucrania se han ido modificando según el escenario internacional. Las reservas petroleras venezolanas constituyeron un certificado de respetabilidad para Maduro que volvió a negociar subrepticiamente con Washington. A su vez, retomó las conversaciones con la oposición en México, con la esperanza de que la Casa Blanca ablande las sanciones. Guaido se ha desvanecido por completo como amenaza.
So well, el “presidente obrero” sigue invocando al extinto líder y evoca los aspectos que han constituido al mito, ejercita el poder hace una década en su propio número, siempre en alianza política y económica con las Fuerzas Armadas. Sin capacidad de seducir a su mentor ni a los petrodólares de antaño, aspira a estabilizarse en el Palacio de Miraflores a partir de 2024. “¡Sigamos venciendo con Chávez, eterno corazón de la patria!”, imposible de materializar las promesas que el comandante había formulado al ascender a la cima política.