La extraña remodelación del gobierno del Borne 3

ISiempre llega un momento, en un mandato presidencial, durante un curso en el que el Jefe de Estado siente la necesidad de cerrar filas y convocar a sus fieles porque los tiempos se han vuelto más duros, la magia de la apertura ya no funciona y lo esencial es defender. A un año de su reelección, Emmanuel Macron ya ha llegado a esto. De la laboriosa remodelación ministerial anunciada el jueves 20 de julio, que se traduce en ocho salidas, ocho entradas y un juego de sillas musicales entre varios miembros del gobierno ya en funciones, emanan dos mensajes.

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El primero es el sacrificio de ministros de la sociedad civil, que habían sido llevados a la cúspide por los macronistas porque tenían experiencia en la materia y simbolizaban el afán de superación lejos de juegos políticos. Emmanuel Macron les dio su oportunidad encomendándoles grandes sectores en plena transformación, sobre los que las expectativas de los franceses son inmensas.

Con la excepción del Guardián de los Sellos, Eric Dupond-Moretti, quien acaba de aprobar el proyecto de ley sobre justicia en la Asamblea Nacional y al mismo tiempo salva su lugar, los demás no lograron popularizar la reforma que debían traer. Pap Ndiaye dejó la educación nacional, François Braun la salud, porque, atrincherados en su administración, no pudieron convencer a los franceses de que las cosas avanzaban. Al elaborar, a mediados de junio, el retrato compuesto de los miembros del gobierno que se premian con «la visión, la capacidad de liderar su administración, de llevar textos al Parlamento»Elisabeth Borne ya había pronunciado su desgracia y rehabilitado el esquema clásico de la política ministra.

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El segundo mensaje es la movilización de los soldados del presidente, los macronistas de primera hora del Parlamento, como Thomas Cazenave, Prisca Thevenot, Sabrina Agresti-Roubache, o dedicados a un ascenso relámpago dentro del gobierno, como Gabriel Attal. El representante electo de Hauts-de-Seine se convierte, a los 34 años, en el Ministro de Educación Nacional más joven de la Vmi República, tras ocupar la vocería y el presupuesto. A ellos les toca transmitir la palabra del presidente, defender el balance, luchar paso a paso, mientras la seducción ya no opera en la derecha.

Macron en retirada

Básicamente, sin embargo, el equilibrio político no está alterado. Tres pesos pesados ​​de las filas de la derecha, Bruno Le Maire en la economía, Gérald Darmanin en el interior, Sébastien Lecornu en la defensa, sostienen el barco. Renovado y depurado de su elemento más disruptivo, a saber, Marlène Schiappa, implicada en el fiasco del fondo Marianne, el equipo de gobierno del Borne 3 sigue siendo, sin embargo, eminentemente frágil.

Desde la caída del gasto público hasta la emergencia ecológica, pasando por la reivindicación de la autoridad republicana o incluso por las presiones de la derecha y la extrema derecha sobre el expediente migratorio, ya podemos medir la magnitud de los problemas que tendrá que afrontar en el inicio del curso escolar. No vemos, sin embargo, por qué lado atacará la montaña, a falta de una palabra presidencial clara.

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La elusión practicada desde principios de semana por Emmanuel Macron, que suele situarse en primera línea, plantea interrogantes. El Jefe de Estado no habrá dejado, esta vez, de dar un paso atrás, como si no estuviera realmente interesado en la secuencia. Ciertamente consoló a Elisabeth Borne al final de los cien días, pero solo de boquilla. Luego minimizó el alcance de esta reorganización descrita por sus allegados como «ajuste sencillo», posponer hasta el final del verano el desarrollo de una hoja de ruta precisa. Por primera vez, el Jefe de Estado parece reconocer que no tiene la llave para salir del laberinto en el que lo tiene encerrado desde hace un año la pérdida de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.

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